Este mes os hablaremos sobre la
alimentación y la necesidad de mantener una dieta adecuada, ahora que se
acercan las Navidades nos resulta algo complicadillo mantener esos kilos a
raya, pero ahí van unos consejos para intentarlo.
El término sobrealimentación se refiere
a un estado permanente en el que la ingesta de alimentos es superior a las
necesidades de energía alimentaría. En niños o
personas con cierto grado de discapacidad resulta especialmente peligroso, pues
puede derivar en enfermedades crónicas derivadas del exceso en el consumo de
ciertos alimentos, como diabetes, obesidad…
Las personas con discapacidades
tanto físicas como psíquicas tienen un riesgo
elevado de padecer alteraciones nutricionales, ya sea por alteraciones
neurológicas, del tono muscular o la actividad física, anomalías en la
alimentación y en la función motora o incluso el ambiente sociofamiliar o el
tratamiento farmacológico.
Habitualmente se llega a la sobrealimentación por
diferentes factores o la mezcla de varios de ellos, pueden influir el exceso de
cuidado y las posibles tensiones interpersonales con los cuidadores, por
ejemplo los casos de las personas con parálisis cerebral o con una variedad de
otros trastornos neurológicos, a quienes les es muy difícil y a veces
imposible, alimentarse ellos mismos.
Es necesario reflexionar que las personas discapacitadas presentan
diversas condiciones que los inhabilitan
para realizar actividades de la vida diaria relacionadas con su alimentación,
donde se requiere la asistencia de otros. Actividades como la compra y la
selección y preparación de los alimentos queda en manos de los familiares o
personas externas que atienden al paciente con discapacidad. Igualmente algunas
personas necesitan apoyo para llevarse a
la boca los alimentos; muchos presentan problemas para masticar, deglutir,
digerir y absorber todos los nutrimentos, lo que indica la necesidad de una
orientación para el plan de alimentación adecuado.
Debemos recordar que a la hora de
valorar los factores nutricionales no
existen recomendaciones específicas para este grupo de población por lo que
debe recurrirse a las establecidas para la población general. Unos consejos que
pueden ser útiles para mantener una alimentación equilibrada:
- Consumir gran variedad de alimentos, ya que un solo alimento no proporciona los nutrimentos necesarios.
- Seguir una rutina de actividad física diaria ayudará al gasto de energía que mantiene el balance de acuerdo a la ingesta, NO es necesario una actividad física intensa, para empezar es suficiente con un paseo diario.
- Escoger alimentos como los cereales, frutas y verduras que proveen vitaminas, minerales e hidratos de carbono complejos.
- Preferir el consumo de pescados y aves, sobre el de carnes rojas. Optar por las variedades de pescado de agua fría como salmón, macarela, arenque y trucha.
- Moderar el consumo de grasa de origen animal, azúcares simples, sal y alcohol. La mayoría de éstos alimentos aportan lo que se conoce como “calorías vacias”, ya que aportan una gran cantidad de energía que normalmente no se gasta.
- Tomar líquidos en abundancia.
- Consumir los alimentos en las preparaciones y cantidades adecuadas al estado físico del individuo.
- Comer en compañía ayuda a crear un clima adecuado para la comida y un ambiente placentero.
Desde el taller os animamos a ponerles a vuestros hijos para merendar fruta y alimentos bajos en calorias, es un tema que trabajamos habitualmente, ellos conocen la necesidad de tener un peso proporcionado que les permita poder hacer ejercicio y moverse mejor, como dice el artículo no los debemos sobrealimentar ya que ponemos en grave riesgo su salud, el amor a hacia ellos no está reñido con las calorias.
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